Popular Post Freakapotamus Posted August 18, 2020 Popular Post Share Posted August 18, 2020 Bueno, les dejo un cuento recién salido del horno, todavía calentito. Hacía mucho no publicaba algo por acá. Espero que la demora haya valido la pena. Y sino, bueno, les paso el número de la solución definitiva. El padre Gómez se sentía sucio, con el hedor de mil pocilgas en la entrepierna, y una sed de caldos de Venus que no se calmaría ni aunque todas las diosas paganas le permitieran arrodillarse frente a ellas y beber de sus manantiales primitivos. Después de todo, el padre Gómez sabía que el infierno no era más que el hambre eterno por un poco de calor humano. Y estaba viviendo ese averno desde que tenía catorce años y tres meses, cuando su padre lo encontró masturbándose usando el casco de realidad virtual que la familia había comprado para presenciar la misa dominical durante la Gran Pandemia. El castigo había sido el silencio. El padre Gómez estaba seguro de que el día del Apocalipsis, cuando los Cuatro montaran sus bestias y cabalgaran las nubes, el último jinete se quitaría la capucha y revelaría que era su propio padre, blandiendo una guadaña en un total silencio. El silencio de la Muerte. Porque sí, para Gómez el peor castigo había sido el silencio de su padre. La amenaza constante de qué pasaría si abriese la boca. ¿Sería para humillarlo contándole a todo el mundo lo que había visto? ¿Sería para insultarlo y decirle que estaba condenado? Nunca lo supo. Su padre murió antes de que finalizara el Seminario. Y el silencio jamás terminó. Gómez vivió su vida como sacerdote católico relativamente bien, sin problemas. Era un joven simpático, con temor de Dios y palabras justas para aquellos feligreses que iban a confesarse. Sus homilías eran cautivantes, y los adolescentes de la congregación lo admiraban por su poder de oratoria. Y en silencio, tal como había aprendido de su padre, Gómez meditaba e intentaba calmar las voces de los súcubos. Las voces del mal. Las voces de su entrepierna. Las voces seductoras de su propio cuerpo. Pero el padre Gómez les respondía con el silencio de la Muerte. Y así, dos veces por mes durante 21 años (aunque 3 o 4 veces si justo había pasado por el confesionario una joven, dulce y virginal) limpiaba las sábanas acartonadas por su semen seco, eliminado, cómo no, en silencio, por un cuerpo acallado por el temor de Dios. Gómez meditó incluso utilizar un preservativo todas las noches, por el miedo a que un asqueroso súcubo se apoderase de sus poluciones nocturnas, pero cuando comentó esto al padre Williamson (el cuál ya tenía una relación de amistad con su escort), éste estalló en una carcajada seca y siniestra. -Los súcubos no existen, Fernán. Aparte gastarías una fortuna en forros. -¿Y vos cómo sabés cuánto cuestan? Una vez más el silencio como respuesta. Gómez no indagó más, y claro está que nunca supo cuánto costaban los preservativos. Y así pasó su vida Gómez, siendo un feliz sacerdote católico querido por su congregación y admirado por sus pares. Hasta el día del anuncio. Un anuncio que vio por televisión y lo dejó atontado durante el resto de la semana. Intentó utilizar el silencio para serenarse, pero no pudo. El silencio nunca había sido tan aturdidor. Ignoró las voces, ignoró el anuncio, que cada vez aparecía por más y más medios, citado como “la solución definitiva al problema del hombre solitario”. Hasta que el padre Tundera se lo comentó al pasar en un encuentro de Corpus Christi. -Fernán, yo ya llamé. Estoy ansioso. El miércoles tengo la entrevista. -Disculpame, Martín, pero me llaman los chicos. Y no me interesa en lo más mínimo lo de esa “solución definitiva”. Y los chicos escucharon cómo el padre Gómez disertaba sobre los beneficios de la castidad hasta el matrimonio. Pero un día su inconsciente (aunque Gómez más tarde diría que había sido la voz del demonio) lo traicionó con el sueño más vívido que había tenido en su vida. Una cama matrimonial enorme, con sábanas suaves y perfumadas, aunque no tan perfumadas como Ella, que lo esperaba con el fruto prohibido entre sus piernas, tan kilométricas, tan brillantes, tan besables. Y Gómez se hundió en ese vórtice de amor y placer, y bebió de sus fuentes, saboreando las delicias del cosmos, entendiendo por qué Eros era quién realmente gobernaba sobre los humanos. Cuando despertó, las sábanas habían quedado casi inutilizables. Y así fue que dejó que sus voces se apoderaran de su cuerpo, y llamó al teléfono que se anunciaba por todos lados. Le dieron una entrevista para dos meses más adelante. La demanda era demasiada. Gómez aceptó, e hizo la transferencia correspondiente para costear la entrevista. Dos meses eran muchísimo tiempo. Y casi que se arrepintió. Sentía la mirada de Dios en cada esquina, observando cómo su hijo había caído en la garras del Mal. Y una vez más, el silencio era el castigo. El silencio sepulcral. Aun así, Gómez secretamente deseaba volver a tener un sueño como el de esa noche donde todo había sido demasiado vívido. No lo tuvo. O al menos, no cómo quería. La noche previa a la entrevista tardó mucho en dormirse. No dejaba de dar vueltas en la cama austera de una plaza. Sentía un nudo en el estómago, y sus genitales hundidos en su entrepierna, pegados a la pelvis. Los nervios hacían mella en su cuerpo. Y cuando cayó rendido ante Morfeo, soñó. Ahí estaba Ella. Su rostro era hermoso, aunque Gómez no podía identificarlo con nadie que hubiera visto jamás. Le sonreía con dulzura. Era seductora pero no intimidante. Y otra vez tenía sus kilométricas piernas abiertas, llamándolo para que saciara su sed. Y antes de que pudiera siquiera acercarse, esas kilométricas piernas se cerraron con el sonido de un despertador. Gómez puteó. Se dio una ducha larga, se afeitó, y se puso su mejor camisa. Dejó el cuello en la mesa de luz por verguenza. No quería ni pensar qué dirían si veían a un sacerdote entrando a esas oficinas. Y llegó, temblando y con el estómago revuelto, a las puertas del edificio. Era un piso elegante, con un estilo ascético, lejos de lo que él había pensado. Ese no era un antro del demonio. Parecía casi, casi… Parecía casi una clínica médica. La recepcionista que lo recibió era perfecta, con un marcado acento francés. -Por aquí, señor Goméz. La señorita Inclán lo está esperando en la sala 7, al final del pasillo. Gómez lo adjudicó luego a los nervios que tenía, pero podría haber jurado que esa chica tenía aliento a menta pura, y un brillo en el rostro que no parecía de este mundo, ni de ningún otro. El pasillo era largo, muy largo. Y Gómez se sentía como un condenado caminando al patíbulo. Y al final, la sala 7. Sería una mentira decir que Gómez no se sorprendió, pero la realidad es que tampoco se sorprendió tanto. La sala 7 era espaciosa, con una iluminación tenue que contrastaba con la luminosidad pura del pasillo y la recepción. En el centro mismo de la sala había un escritorio de roble, pulcramente decorado con símbolos que Gómez habría reconocido si no hubiera visto a la bella mujer sentada ante él. Y al fondo, una cama matrimonial enorme con sábanas suaves y perfumadas, aunque… -No tan perfumadas como ella…-balbuceó Gómez. La mujer sonrió incómoda. -Disculpe, señor Gómez, ¿qué decía? El padre se ruborizó y se sentó con rapidez para evitar mostrar su incipiente erección. -Nada, una tontería nomás. Temblaba. -Tranquilo, señor Gómez, que aquí estamos para ayudarlo. Gómez asintió, pero sus piernas seguían inquietas. -Señor Gómez, me imagino que usted ya sabe lo que quiere, y para qué. Tuvo dos meses para meditarlo. -Emm, sí, y con respecto a eso… La señorita Inclán lo interrumpió. -Está a tiempo de arrepentirse, padre Gómez. Luego de firmar y transferir, no hay vuelta atrás. Gómez dio un saltito en su asiento. -¿Cómo saben ustedes que soy sacerdote? Inclán sonrió, y Gómez hubiese jurado que tenía colmillos. -Nosotros sabemos todo, padre. Y tuvimos dos meses para investigarlo a fondo. Sabemos lo que le gusta, lo que no, con quién habla, con quién fantasea, y tenemos exactamente la solución definitiva a todos sus problemas. -¿A todos? -A todos, padre Gómez -dijo con lascivia Inclán. Gómez meditó diez segundos lo que iba a decir. Diez segundos que fueron largos como diez horas. Vio un cielo apocalíptico, de tonos púrpuras y rojizos, con nubarrones negros como el vacío de más allá del muro del sueño. Y cabalgando esos nubarrones, cuatro jinetes. Cuatro figuras con bestias que se asemejaban a caballos pero no lo eran. Cuatro portadores de la desesperación y el sufrimiento que venían a limpiar de una vez el mundo. A la punta de la lanza la pestilencia, la putrefacción misma vomitando sobre las cabezas de los tibios de corazón; detrás una bestia con la piel teñida de sangre y un jinete blandiendo un fusil de asalto; siguiendo los pasos de la guerra se encontraba la languidez provocada por estómagos hambrientos en un mundo rico en recursos y pobre en empatía. Y en la retaguardia la Parca misma, en silencio, solo en silencio. Quitose la capucha la Muerte, y debajo Gómez vio el rostro de su padre, el cuál no había olvidado. -¿Dónde firmo? Inclán le acercó con manos suaves y tentadoras un dossier con el contrato. -Firme al final. ¿No es tan caro, verdad? Gómez titubeó una última vez. -¿Hay una manera de probar antes de firmar definitivamente? La señorita Inclán puso los ojos en blanco. -Si, padre Gómez. El departamento de investigaciones ya me había advertido que usted iba a ser de esos clientes. Por eso estamos en la sala 7, con la cama perfecta para quitarse todas las dudas que usted tenga. -Genial, señorita Inclán. Pero, ¿cómo pruebo…? -Tranquilo. La solución es para usted. Sabe todo de usted. Y no dejará que el silencio inunde su vida nunca más. Antes de que Gómez pudiera acotar algo más, la señorita Inclán ya había desaparecido por una puerta en un lado de la sala que el padre no había visto, y que casi parecía haber aparecido de la nada misma. El temblor en sus piernas ya se había mudado de nuevo a sus manos, a su mandíbula, a sus pies. Un sudor frío recorría todo su cuerpo, y Gómez pensó que iba a vomitar en cualquier momento. -Shhh, no pasa nada, Fernán. Yo estoy acá, y no voy a dejar que nada malo te pase. Por un instante, el padre Gómez pensó que la voz de Dios, para ser un hombre, era demasiado dulce, demasiado aguda, demasiado femenina. Giró su cuello y se encontró con la solución definitiva a todos sus problemas. Una solución hermosa, igual a la que había soñado. La solución lo llevó de la mano hasta la cama. Lo desvistió suavemente, con ternura, y dejó que el padre Gómez la besara. -Un m-moment-to -tartamudeó-. ¿Cómo te llamás? -Como vos quieras. -¿Y sos una mujer de Dios? La solución no puso los ojos en blanco porque no estaba programada para ello, pero si lo hubiera estado, lo habría hecho. -Puedo serlo si así lo querés. Y el padre Gómez lo vio todo claro. Vio su misión en esta tierra. Vio por qué estaba donde estaba, y por qué sus sueños lo habían llevado exactamente a esa oficina, a esa entrevista, a esa sala 7 y a esa cama. Se levantó bruscamente agarrando el pantalón para que no se le cayera. Firmó el dossier con una sonrisa extasiada. Su entrepierna ya estaba presentando un manchón húmedo. El final del documento indicaba que la solución definitiva se llamaba ZXBL53-AB, un modelo diseñado y programado como una mujer de 25 años, ideal para acompañamiento emocional. Gómez decidió que iba a llamarla Virginia. Cinco meses después, el padre Williamson se encontraba de paso por la ciudad y decidió darle una visita sorpresa al padre Gómez. Las voces hablaban, y decían que el padre Gómez estaba más jovial que nunca, con un perfil muy conservador y al mismo tiempo muy fresco. Williamson ingresó a la parroquia y vio a una joven y bella mujer atornillando unos bancos desvencijados. Le sonrió y lo saludó. El padre no pudo evitar ruborizarse. Se acercó y le respondió el saludo, pero apenas vio sus ojos se alejó lo más que pudo. Había intentado con la solución definitiva, y conocía demasiado bien esos ojos llenos de vida y al mismo tiempo más vacíos que un agujero negro. -Hijo de puta…-susurró. Encontró al padre Gómez en la sacristía, preparando todo para la misa de la tarde. -Gómez, veo que probaste la solución definitiva. El padre miró al padre, y le sonrió de manera sincera. -Si, Williamson, y es increíble. Jamás creí que fuera posible, pero de a poco veo que sí, que está todo en el plan divino. Williamson lo miró extrañado. -Pero Gómez, ¿estás intimando con eso? El rostro de Gómez se transformó en una mueca de horror. -¡No! Absolutamente no. Ni siquiera una vez. Tuve la visión apenas la conocí. Fue un momento epifánico. Virginia no fue hecha para satisfacerme. Virginia fue hecha para probar que hasta las mentes artificiales están dentro del plan divino del Señor, y que pueden evangelizarse y evangelizar. -¿Qué? ¿Estás usando al robot para predicar? -Sí, aprende rapidísimo. Ya memorizó toda la Biblia y atrajo un montón de feligreses. Todos la adoran, y nadie sospecha nada de su naturaleza. Es realmente un regalo del Cielo. Williamson lanzó una de sus carcajadas características, seca y siniestra. -Sos la única persona que agarra un robot sexual y lo convierte en un robot religioso. -Solo sigo el plan divino del Señor. Ya encargué otras dos soluciones, una masculina y una femenina. Con tres seríamos imparables. Al fin vamos a poder avanzar sobre esos evangelistas de estadios. -¿Y cómo sabés que ellos no están usando robots? -Porque parecen robots. Y las soluciones definitivas no. Williamson acordó que era un buen punto. En un salón pútrido y lleno de sangre y pestilencia, la señorita Inclán estaba siendo castigada. Su espalda estaba marcada por los latigazos. Mientras, los pocos espectadores se regocijaban en su sufrimiento. Había fallado. En el infierno decidieron que la próxima vez intentarían con algo un poco más clásico que robots. Ignacio Figueroa Gonzalez - 2020 - Todos los derechos reservados 17 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Doyrauch Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 Como siempre, me lo devoré!!!!! Sos Crack!!! 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Gaston Cassata Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 Muy bueno. Cuando te inspirás sos tremendo guachin!!! 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
matimasher Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 Buenisimo. Ahora te pido que vayas y le expliques a mi jefe porque no trabaje este rato. 4 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Scorch Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 Ah noooo, esto es buenísimo. Al primcipio reconozco que me costó engancharle el ritmo, pero a medida que avancé me pasó lo mismo que con cualquier cosa que me gusta, me lo devoré de una hasta el final. Muy Asimov mezclado con Bradbury. Me encantó. Felicitaciones. Dedicate a esto. 2 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Antonio Fracchia Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 TLDR. Link to comment Share on other sites More sharing options...
Freakapotamus Posted August 18, 2020 Author Share Posted August 18, 2020 hace 6 horas, Doyrauch dijo: Como siempre, me lo devoré!!!!! Sos Crack!!! Muchas gracias Dami!! hace 5 horas, Gaston Cassata dijo: Muy bueno. Cuando te inspirás sos tremendo guachin!!! Gracias cuyanito, a vos te debía un cuento ajajaja hace 5 horas, matimasher dijo: Buenisimo. Ahora te pido que vayas y le expliques a mi jefe porque no trabaje este rato. Solo si vos le explicás al mío por qué no trabajé durante una hora ajajja hace 5 horas, Scorch dijo: Ah noooo, esto es buenísimo. Al primcipio reconozco que me costó engancharle el ritmo, pero a medida que avancé me pasó lo mismo que con cualquier cosa que me gusta, me lo devoré de una hasta el final. Muy Asimov mezclado con Bradbury. Me encantó. Felicitaciones. Dedicate a esto. Awwww muchas gracias Adri. Bradbury es de mis ídolos, y que me digas eso me la sube muchísimo. Es mi sueño poder dedicarme a esto, pero hay que comer lpm jajaja hace 5 minutos, Antonio Fracchia dijo: TLDR. Antonio me rompes el corazón, quiero que lo sepas 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Antonio Fracchia Posted August 18, 2020 Share Posted August 18, 2020 Para que veas lo que se siente. Pegó fuerte Gaiman, no? Medio en un plan Mark Twain del siglo XXI; pero es verdad que hay algo del viejo Ray por ahí también. Buscá un comic que se llama Gideon Falls. No tiene mucho que ver más allá de que uno de los protagonistas es un cura, pero te va a gustar. 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Freakapotamus Posted August 19, 2020 Author Share Posted August 19, 2020 hace 10 minutos, Antonio Fracchia dijo: Para que veas lo que se siente. Pegó fuerte Gaiman, no? Medio en un plan Mark Twain del siglo XXI; pero es verdad que hay algo del viejo Ray por ahí también. Buscá un comic que se llama Gideon Falls. No tiene mucho que ver más allá de que uno de los protagonistas es un cura, pero te va a gustar. JAJAJAA Pegó fuerte Gaiman, sí, y pegó fuerte Pratchett. Todo el subtexto más "gracioso" de los curas y la frase final beben directo del humor manejado en Buenos Presagios. Ya me anoto ese cómic. Estoy en modo "falopa de la buena" Link to comment Share on other sites More sharing options...
EnanoLaSueca Posted August 19, 2020 Share Posted August 19, 2020 Muy bueno che. Felicitaciones. 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
IñaFelina Posted August 19, 2020 Share Posted August 19, 2020 ¡Excelente, Frikipotamo! Seguí en esta línea. Me encantó. 2 Link to comment Share on other sites More sharing options...
matias_j_c Posted August 19, 2020 Share Posted August 19, 2020 Muy bueno freak! ??? 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Freakapotamus Posted August 19, 2020 Author Share Posted August 19, 2020 hace 12 horas, EnanoLaSueca dijo: Muy bueno che. Felicitaciones. hace 11 horas, IñaFelina dijo: ¡Excelente, Frikipotamo! Seguí en esta línea. Me encantó. hace 6 horas, matias_j_c dijo: Muy bueno freak! ??? Muchas gracias chicos!!! Espero poder subir algo nuevo pronto (bah, es lo que digo siempre, todo para terminar apareciendo dos años después jajajaja) 1 Link to comment Share on other sites More sharing options...
Recommended Posts